22 junio, 2008

Video en Kobetasonik 2008

Les dejo este video reseña de la primera jornada en Kobetasonik 2008 más otra reseña del show de la banda en Kobetasonik.


Judas Priest ofreció un magnífico concierto de hard rock en la primera jornada del festival. La leyenda del metal duro lanzaron sobre Bilbao sus profecias y dieron cera de la buena. El grupo estadounidense Kiss cerró anoche el I Festival Heavy.

SIN grandes alardes técnicos ni escenográficos, a excepción del consabido cuero a raudales, alguna bandera y la aparición de su consabida moto en el escenario al final, Judas Priest convenció en la primera jornada del KobetaSonik apostando por las canciones. La moto era de gran cilindrada, claro. Como el concierto que ofrecieron los británicos, históricos en buena forma que apenas repasaron su actual y progresivo Nostradamus, para centrarse en clásicos como Rock hard, ride free, Painkiller, Breaking the law o Metal Gods. Los 'dioses del metal' dieron cera de la buena. La jornada del KobetaSonik respondió a las expectativas y se saldó con "un notable éxito de público", según la promotora del festival, Last Tour International, que cifró en "un total de 24.120" las personas que acudieron al monte Kobeta en la primera jornada a escuchar las actuaciones de Judas Priest, Helloween, Ministry, Gamma Ray, Slayer y el resto de bandas del cartel del viernes. El primer día, que transcurrió sin incidentes reseñables a pesar de las altas temperaturas que se registraron durante buena parte de la jornada, alcanzó su cénit con la salida a escena, pasada la medianoche, de Judas Priest.

Los británicos son toda una institución en el heavy metal internacional, a la altura de Iron Maiden. Con 23 discos a sus espaldas y casi 40 años de carrera, el problema residía en conocer su estado de forma. Nada más salir a escena y tras el instrumental Down of creation, de su último álbum, muchos suspiramos. Prueba superada. Prophecy, en la que Rob Halford gritaba como un poseso: "Yo soy Nostradamus", demostró que la banda se mantiene viva y fiera, y que lucha por mantener su status, logrado con temas como el siguiente que interpretó, Metal Gods. Con una sección rítmica siempre conjuntada, liderada por el bajo de Ian Hill, y dos guitarras precisas y virtuosas, una de ellas blanca, en forma de flecha, como en los 70, atacaron Eat me alive.

Pero fueron ellos quienes se comieron al público. Especialmente, Halford. Físicamente, no parece el de antaño. Apareció sobrado de kilos, calvo y con un perillón del copón. Además, apenas se mueve en escena, excepto para ondear alguna bandera ocasional o parodiar algún movimiento robótico. Pero su voz... esa sigue igual, luciéndose tanto en los graves como en los agudos, que parecen imposibles para alguien con su edad. Sobrado y con callo, hizo vibrar el riff monolítico de Devil´s child, a lo Angus Young, y recordar al desaparecido Bon Scott. ¡Y qué decir cuando atacó Breaking the law! El público heavy, pacífico como pocos, reaccionó como si acabara de violar a todo un asilo del Botxo al oir aquello de saltarse la ley.

Halford, que apareció con un tridente y acompañó con campanas la interpretación de Death, el otro tema, denso, oscuro y sinfónico de su actual Nostradamus, que interpretó sentado en un trono, hasta se puso tierno con la balada Angel. Fue el tiempo para comentar su vestimenta. ¡Imáginate a Rappel, pero en heavy sadomaso! Todo cuero negro, del cuello a los pies. Con unas plataformas importantes, también. Y con el añadido super gay de flecos larguísimos, espejos varios y tachuelas doradas. Electric eye nos sacó de la ensoñación con su magnífico riff y estribillo, coronado por los duelos de "solos", mástil arriba y abajo, de K.K. Downing y Glenn Tipton.

Halford, bastante parado en escena y oscilando siempre hacia delante y atrás a la hora de cantar, dirigió una recta final de concierto que dinamitó cualquier prejuicio. Y lo hizo con hard rock del mejor, el más clásico y melódico. ¿Qué es, si no, Rock hard, 'ride free'? Sonó brutal, con su estribillo devuelto por la marea de los fans. Lo mismo Sinner, otro clásico, que incluyó algún maltrato a la guitarra en una nota aguda y sostenida que casi deja sorda a la audiencia. Y al final, nada menos que Painkiller, que desató la histeria entre el público, con el grupo subido al segundo nivel del escenario, en el que se situaba el batería.

Cuero y gasolina La peña ni pidió el bis. Sabían que lo iba a haber... Y no se hizo esperar. Halford, ahora también coronado con una gorra con gafas negras incluidas, salió subido en su moto de gran cilindrada, dándole gas y extendiendo el ruido de la aceleración hasta el último confín de Kobeta. "¡Dale cera!", gritó uno a nuestro lado mientras el vocalista atacaba Hell bent for leather, que concluyó sobre los lomos de la moto, sacando cuernos al público en la imagen más perdurable de un concierto en el que también hubo tiempo para los obligados al final de cada concierto The Green Manalishi (original de Peter Green, el de Fleetwood Mac de los inicios, por cierto) y el mítico Another thing coming. Los apóstoles de Judas no fallaron. Ni ellos, tampoco. Rockearon fuerte e, imaginamos, le pisaron en la carretera.

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