21 junio, 2008

Reseña y fotos de Kobetasonik Festival 2008

La primera jornada del KobetaSonik se ha saldado con un notable éxito de público. Un total de 24.120 personas han acudido a Kobetamendi para seguir de cerca las actuaciones de Judas Priest, Helloween, Ministry, Gamma Ray, Slayer y el resto de bandas del cartel del viernes. La jornada ha transcurrido sin incidentes reseñables a pesar de las altas temperaturas que se han registrado durante buena parte del día.

Han destacado sobremanera los conciertos de los legendarios Judas Priest, de los estadounidenses Ministry en su gira de despedida, de clásicos como Helloween y Gamma Ray y la sorpresa la han protagonizado los australianos Airbourne con un electrizante concierto.

Adjunto detalles de prensa, getileza de www.elcorreodigital.com

Judas Priest: Maníacos del heavy metal
24.120 fans disfrutaron con los 100 minutos de rock duro genuino servido por los primeros cabezas de cartel del Kobetasonik

minutos de rock duro expendieron los Judas Priest ayer en el monte Cobetas ante una marabunta humana impactada y preferentemente masculina. El de los de Birmingham fue el segundo mejor bolo heavy que hemos visto, después del de los cristianos Stryper. La cosa sonó estupendamente y los veteranos roqueros (cincuentañeros en adelante, claro) mantuvieron el tipo con melenas, cuero macarra y disposición escénica levemente coreografiada. Y lo más importante, algo inusual en los grupos heavies: a pesar de ciertos momentos de teatralidad, los Judas exhibieron actitud, mostraron seguridad y se conformaron con una sobriedad sónica que les ha convertido en clásicos (que aprendan los de Helloween, por ejemplo, los teutones del power metal que les antecedieron).
Sobre la visita de los pioneros del heavy metal británico Judas Priest, se cernía la amenaza del estado vocal de su líder, Rob Halford, a quien se le acusaba de no llegar a los niveles agudos de antaño, cuestión que solventó con naturalidad usando el micrófono como un instrumento más, enchufándose ecos, estirando los agudos y ahuecando los rugidos. Algunos objetaron que Halford no se movía mucho (pues no paró de pasearse, primero robótico, luego andarín) y que estaba gordo, pero, parafraseando a Calamaro, era un sexy barrigón que seguro mantiene su tirón en la comunidad gay, a la que pertenece con orgullo y con gran alivio tras hacerlo público y aceptarlo con cariño y comprensión la comunidad heavy (el propio Halford nos lo reconoció hace años en una entrevista en la que se mostró como un tío humilde, como una estrella del rock con ambos pies sobre la tierra).
Eso, cien minutos de rock duro clasicista y sobrio ofrecieron las leyendas metálicas inglesas. Moló estar ahí (otra cuestión son los problemas para llegar y para volver a casa) y la rockería disfrutó de las 18 piezas, cinco de ellas cimeras por la interacción con el respetable, que reconoció los éxitos indelebles de metal inoxidable.
Nostradamus
La introducción ‘Dawn Of Creation’, propia de una película de Stephen King, mostró un escenario ciclópeo y azulado, con la figura de Nostradamus (a nspiración de su homónimo y doble nuevo álbum) y sus ojos brillantes. Entonces los músicos aparecieron: el batería prendió el clamor, los guitarras se sumaron con rápidez y al final, desde la parte superior de un tablado a dos alturas (arriba el batería, abajo, los otros cuatro), empezó Halford a cantar ataviado cual eremita argénteo de ‘La guerra de las galaxias’, gastando efecto de ronquera y desapariendo al final al ser tragado por la tierra mediante un ascensor interno.
Este inicial descolló como el efecto visual más sorprendente. Los telones de fondo cambiaban (además de Notradamus, los colgaron de ángeles metálicos con alas como cuchillas, de logotipos con la bandera británica que desplegaban un orgullo nacional similar al de Iron Maiden, etc.) y el cancionero se desarrollaba con agilidad, al grano, y nunca miramos la hora. El tercer tema, el clásico ‘Metal Gods’, con Halford evolucionando en plan autómata, lo corearon los 24.120 espectadores, heavy arriba, heavy abajo. Al acabarlo, Halford saludó: “Hola... Good morning (sic), heavy metal maniacs... Estáis preparados para el heavy metal...”. Y prosiguieron con ‘Eat Me Alive’, sulfuroso a lo Black Sabbath.
‘Devil’s Child’ marcó el boogie a lo AC/DC y el primer clímax se vivió con ‘Breaking The Law’ (Rompiendo la ley), que al acabar dejó a la peña jaleando oé-oé-oé... En ‘Hell Patrol’ mejoraron los Judas a Queensrÿche y en ‘Death’ (La Muerte de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis) Halford cantó sentado en un trono con reposabrazos rematados por calaveras. La balada a lo Scorpions ‘Angel’ llegó como único reposo de la cita, y la segunda cima fue ‘Electric Eye’, en plan Dio, que al acabar tuvo a todo el monte coreando en inglés: yudas-yudas-yudas...
‘Rock Hard, Ride Free’ llegó motera con Halford mostrando su cráneo rapado y tatuado (por cierto, el cantante se cambió a menudo para lucir modelitos siempre coriéceos). Tras los oé-oé-óe ‘Sinner’ resultó protoheavy y el tercer hito fue ‘Painkiller’, speed metal gruñido, superior al de Megadeth y celebrado con un mar de cuernos. El primer bis, doble, se arrancó con Halford entrando en escena sobre una moto para protagonizar el cuarto jalón de la interacción: ‘Hell Bent For Leather’, modelo de heavy metal británico. Y en el segundo bis Halford se pasó de frenada al buscar la participación del público con tantos gritos lanzados y repetidos por aquél (a lo Miguel Ríos, sí), pero a la postre este tema, ‘You’ve Got Another Thing Coming’, boogie a lo AC/DC, se impuso como la quinta explosión de los 18 disparos.
“Brutales, ha molado, ha molado”, juzgó al acabar un chaval y sí, fue... cojonudo y con actitud y sin chorradas. Luego pensamos que nos habría molado más escuchar temas como ‘Living After Midnight’, ‘The Sentinel’ o ‘Some Heads Are Gonna Roll’, aunque no le vamos a poner peros a estos cien minutos de rock duro.

Fotografias en Kobetasonik

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